El Poder de la Vulnerabilidad
La contingencia sanitaria generada por el SARS-CoV-2 va más allá de un problema de salud global. Junto a la titánica lucha que realizan los servicios de salud en el mundo, están los problemas económicos que anuncian el posible cierre de un ciclo o época para la humanidad.
A la luz del mundo está expuesta la desigualdad económica que por décadas generó el mercado, la globalización y el neoliberalismo. El incremento de la pobreza no fue la única consecuencia de esta triada del siglo XX y XXI. También están los gobiernos que fueron reduciendo sus capacidades en la prestación de servicios y que se vieron infectados por la corrupción.
El nobel de economía Joseph Stiglitz señaló hace varios años que el 99% de la riqueza estaba concentrada en el 1% de la población. De pronto aparecieron listas que exhibían a los más ricos del mundo y resultaba inexplicable como una sola persona podía reunir tanta riqueza. El 99% de la población mundial se encontraba en diversos estratos de pobreza y esto era aún más inexplicable y también condenable. Esa carrera por la acumulación de activos, riqueza e inversiones llevó a que la máxima de Nicolás Maquiavelo fuera aplicada a la economía “el fin justifica los medios”. Estar en la lista de Forbes justificaba generar industria a pesar de destruir el planeta, justificaba pagar salarios miserables para tener obreros que vivieran casi como esclavos y justificaba corromper gobiernos para llegar más rápido a la meta económica.
En ese proceso de inconformidad ante la desigualdad surgieron líderes y movimientos que señalaban la crueldad e injusticia de ese modelo económico. Esto permitió una oleada de propuestas populistas que enamoraban a ese 99% de la población mundial. La utópica lucha de buenos contra malos, ricos contra pobres, soñadores contra pragmáticos y de pocos ricos contra muchos pobres llevó a que las naciones en desarrollo votarán por políticos, que supieron abanderar esta injusticia y los votos les favorecieron.
Está contingencia nos lleva a replantear nuestra convivencia social, las ideas políticas, los modelos económicos y las alternativas para levantarnos en una batalla económica y de supervivencia. A pesar de todo esto, el modelo no sufrirá grandes cambios en su forma y esperemos que si en el fondo.
Las transferencias monetarias condicionadas son programas que ayudan a enfrentar la desigualdad a los grupos más vulnerables. Este tipo de políticas públicas consisten en entregar dinero a quienes reúnen ciertas características socioeconómicas. El mejor ejemplo, es el apoyo económico que se entrega a los adultos mayores en México. Sin embargo, este tipo de apoyos no construyen un nuevo modelo económico como se ha dicho. Son una política pública que tiene la intención de ayudar a un grupo social en estado de vulnerabilidad, pero entregar dinero no genera ingresos al Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF). Esta afirmación tiene una lógica muy sencilla que debemos revisar todos con responsabilidad. Todos los programas sociales se sostienen del PEF y el PEF es resultado de la venta del petróleo, el turismo, las exportaciones, las divisas, los impuestos de las empresas (chiquitas, medianas y grandes) y las contribuciones que pagamos todos los mexicanos. Es una misma cobija para una familia muy grande.
Más allá de las determinaciones, programas y políticas públicas que emprenda el gobierno federal, no podemos perder de vista que existen dos actores muy importantes en este proceso de recuperación económica. El primero es el pacto federal, en donde los gobernadores y las legislaturas estatales deberemos encontrar una estrategia que impulse a las pequeñas y medianas empresas, sin que esto implique una nueva carga tributaria a los ciudadanos. Los recortes presupuestales son cada vez mayores y al mismo tiempo tenemos el deber de responderle a los ciudadanos con resultados. El Federalismo va a adquirir un nuevo significado. Cada entidad federativa deberá descifrar y construir un mecanismo que construya una mejor economía desde el ámbito local y no esperar grandes apoyos de la federación.
El segundo es la sociedad mexicana. El pensador Gustave Lebon señala en su libro “El Alma de los Pueblos” que hay un factor que determina el éxito de una sociedad y es su cultura. El autor no se refiere a la danza, la pintura o los escritores propios de cada nación. Por cultura se refiere a la disciplina, la educación, la tenacidad y el coraje de cada civilización. Creo que este será el factor verdaderamente determinante en esta crisis. Una sociedad que se cuide, que proteja al planeta, que trabaje, que sepa manejar con pericia sus ingresos, que sea solidaria con el desprotegido y sea rigurosa en las elecciones para integrar una nueva clase gobernante que muestre resultados y no ocurrencias.
Dip. Isabel Casas Meneses.
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