LA HIPNOSIS DE LA POPULARIDAD

Las democracias consolidadas tienen instituciones fuertes. Los liderazgos carismáticos florecen en las democracias débiles. El deber de un demócrata está en construir y defender la división de poderes, modernizar las instituciones, consolidar al sistema de partidos políticos, estar abierto al escrutinio público y en fortalecer el sistema jurídico. 
La demagogia en cambio, se refugia en el comentario chusco, en la popularidad de la foto, en la venta de historias con perfil de mesías y en el lenguaje empático con el pueblo. Es decir, el demagogo se preocupa en caerle bien a la gente y se aterroriza ante la posibilidad de dejar de ser el galán de la telenovela. 
Por cierto, este domingo 1 de marzo el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador estalló contra la gente de Tabasco –el estado que más votos le dio en la elección presidencial- por las manifestaciones de rechazo que hicieron los asistentes al evento, en contra del gobernador Adán Augusto López y el alcalde de Macuspana Roberto Villapando. Visiblemente molesto por los gritos de la gente, el presidente y líder moral de la 4T realizó diversos señalamientos en su discurso: 
“No, es que no debe ser así, a la autoridad se le tiene que respetar”
“ya se acabó el tiempo de la borregada”
“con gritos y sombrerazos no”
“La mentira es del demonio, es reaccionaria, conservadora; la verdad es revolucionaria”
Este lunes 02 de marzo algunos medios de circulación nacional han publicado una encuesta realizada por DE LAS HERAS DEMOTECNIA, en la que se observa que la popularidad del presidente comienza a descender (12 puntos para ser exacta). Sus seguidores dirán que es una encuesta FIFI, los militantes de MORENA argumentarán que es pagada por los fantasmas del neoliberalismo, otros más, que es el capitalismo que se niega a morir y los que sueñan con alguna candidatura gritarán que son los conservadores los que manipulan estas encuestas. 
Algunos otros que son los sensatos y objetivos, dirán en silencio que es producto de la falta de resultados, de la indiferencia ante temas como los feminicidios o de burlas como la no rifa del avión presidencial. (Estos son los menos, pero lo dicen en silencio para no ser excomulgados).
Nuestra democracia requiere instituciones fuertes y no liderazgos que hagan de la popularidad su justificación para ejercer el poder. México requiere un gobierno que atienda y trabaje para resolver los problemas de fondo. Los programas que generan clientela electoral no resuelven los desafíos nacionales. La lógica es muy sencilla, “no hay libertad política sin libertad económica”. Un gobierno basado en la entrega de dinero no busca construir una nación libre, su objetivo es tener clientelas dependientes. 
La hipnosis demagógica no es eterna. 

Dip. María Isabel Casas Meneses 

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