Usemos cubrebocas ¡Hagámoslo un movimiento!


Escribo esta columna como ciudadana del mundo, lo hago con la esperanza de unirnos y juntos frenar los estragos del COVID-19. Esta pandemia ha cobrado cientos de miles de vidas y ha infectado a millones de seres humanos. Es cierto que no existe una vacuna y que cada país ha desarrollado diferentes procedimientos médicos, para tratar de ayudar a quienes desafortunadamente han tenido que luchar contra este virus.  


Sin embargo, para muchos investigadores, infectólogos, epidemiólogos y médicos existe evidencia contundente, para sostener que el uso de cubrebocas ayuda a mitigar el índice de contagios. Muchos siguen rehusándose a creer en la existencia de esta enfermedad y otros exigen evidencia científica sobre la eficacia del uso de cubrebocas. 


Esta pandemia ha arrinconado al mundo y cada nación lucha por mitigar la velocidad y el índice de contagio. También hacen una batalla titánica para reactivar sus economías. En México el COVID-19 está golpeando a familias enteras. Ya no son comentarios o noticias que hablan de casos ajenos y distantes. Con mucha tristeza estamos sabiendo de familias que están luchando por sobrevivir. 


Leemos en las redes sociales los comentarios de amigos y familiares que han perdido a uno o varios miembros de familia por este terrible padecimiento. En este proceso se han presentado diversos estudios que analizan las formas de contagio. Es cierto que muchos de ellos no son reconocidos aún por la comunidad científica. Pero la evidencia es contundente y muestra que usar cubrebocas puede salvarnos la vida. 


En los últimos días he leído iniciativas ciudadanas que invitan a que todos usemos cubrebocas de manera estricta para frenar los contagios. Convocan a experimentarlo durante 15 días y así demostrar la eficacia del cubrebocas. Este movimiento que está surgiendo desde las redes sociales debe ser escuchado y todos debemos sumarnos. 


Los estudios que defienden la funcionalidad del cubrebocas han versado sobre temas como la dinámica de fluidos, la transmisión aérea, estudios de brote, modelos matemáticos y estudios de protección. 


Seamos responsables y solidarios. Ante el dolor de nuestros semejantes no podemos permanecer indiferentes, nadie está exento o inmune a sufrir esta enfermedad y sumarnos a la iniciativa no nos genera ningún problema. 


Quienes no creen en la existencia de esta enfermedad o exigen evidencia científica sobre el uso de los cubrebocas también deben sumarse. Por respeto al dolor de quienes han perdido un ser querido, por solidaridad a quienes están luchando contra esta enfermedad y por sensibilidad a un movimiento que en ninguna forma les podría generar algún agravio. Usar cubrebocas no les genera ningún daño o problema y si ayudaría en mucho a combatir esta enfermedad y a demostrar que los ciudadanos tenemos la capacidad de ser solidarios y construir desde la distancia un movimiento que enfrente a este virus. 


Dip. Isabel Casas Meneses 

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