DEFENDAMOS AL INE



El grupo parlamentario de MORENA en la Cámara de Diputados se encuentra dividido por la selección de los nuevos consejeros del Instituto Nacional Electoral. El procedimiento ha sido descalificado desde su inicio por la integración de John M. Ackerman, quien fue señalado por su manifiesta simpatía hacia la mal llamada cuarta transformación. 

El mismo John M. Ackerman descalificó con posterioridad este proceso de selección cuando no logró colocar a una finalista, por quien mostraba una simpatía sesgada y tendenciosa para su designación. Este intelectual es esposo de la titular de la Secretaría de la Función Pública y ambos han protagonizado un escándalo que no han aclarado, por un patrimonio inmobiliario que no es congruente a las percepciones de ambos. 

El proceso de selección de consejeros electorales se vio interrumpido por el COVID-19 y ha sido retomado por la Cámara de Diputados, con el objetivo de contar con un árbitro electoral debidamente integrado con miras a la elección de 2021.  

Es alarmante y cómico el posicionamiento de muchos de los diputados federales de MORENA, quienes acusan que las quintetas de finalistas están integrados por profesionales que no cumplirían las expectativas de la Transformación de Cuarta y “del pueblo de México” para democratizar las elecciones en México. Señalan que el INE ha sido una institución sin credibilidad, sin confianza y con vicios que atentan contra la democracia. 

Pero fue justamente el INE quien arbitro la elección en la que resultó ganador el presidente Andrés Manuel López Obrador. Es ese mismo Instituto Nacional Electoral el que organizó la elección en la que “ganaron” (gracias al efecto AMLO) esos diputados que hoy cuestionan la neutralidad del árbitro electoral.

Los diputados de MORENA no tienen la formación jurídica y técnica que les permitan avalar las capacidades y competencias de los aspirantes. Para ello la legislación contempla la integración de un comité técnico. Tampoco tienen la objetividad y la calidad moral para elegir sin sesgos políticos, ellos mismos reconocen que buscan perfiles a favor de la “Transformación de Cuarta”. 

El discurso de la polarización se ha vuelto el argumento mesiánico que fustiga todo lo que no les conviene y es la oración que perdona y bendice todo lo que se ajusta a sus ambiciones. MORENA no es un partido político democrático y basta con observar su incapacidad para renovar su dirigencia nacional y las de varios estados de la república ¿les preocuparán las sanciones que les pueda imponer un árbitro imparcial y objetivo?

Es de esperarse que el presidente López Obrador intervenga en la elección de 2021. Lo hará usando sus ruedas de prensa “mañaneras” como templete de campaña electoral y tratará de salvar su mayoría legislativa en la Cámara de Diputados. Una mayoría silenciosa, sumisa, entreguista,  sin méritos propios y sin compromiso con la sociedad mexicana.

¿Esto siempre ha sucedido? Es cierto, la sumisión del legislativo ante el ejecutivo fue una práctica del antiguo régimen y también del actual. El INE deberá actuar con firmeza ante el protagonismo injerencista del presidente de la república. ¿Un árbitro apologista de la T4 lo haría? Es evidente que sería cómplice de la inequidad del actual gobierno federal. 

Es el momento de defender al INE y también de exigir que actúen con firmeza y apego a la legalidad. El árbitro debe imponer orden ante el jugador favorito de una parte minoritaria de la afición. Las porras que griten y silben desde las gradas, pero el árbitro debe dar certeza y llamar a la disciplina a los jugadores. 

Que no le tiemble la mano al INE de sacar la tarjeta roja a quien lo merezca. 

MORENA no tiene calidad moral para hablar de democracia. 


DIP. ISABEL CASAS MENESES. 

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