ELECCIÓN 2021
En la reforma electoral se decretó la concurrencia de elecciones estatales y federales. Por ello la elección de 2021 es la más grande y compleja para nuestra democracia. Junto a esto, es muy probable que deberemos pensar en un proceso electoral que deberá adaptarse a los retos del COVID 19.
También deberemos pensar en campañas austeras, que permitan disminuir los costos del financiamiento a los partidos políticos y de promoción y obtención del voto. Esto suena como una obligación democrática ante la recesión económica que vivimos. Pero lo más importante de esta elección se concentra en dos preguntas ¿Quiénes ganarán? Y ¿cómo ganarán?
El PRI se destacó por violentar las leyes electorales, el uso indebido de recursos públicos, la censura periodística y generar un ambiente de inequidad para disminuir la competitividad del sistema de partidos políticos. En pocas palabras podemos decir que el PRI hizo todo lo necesario para ganar y mantenerse el poder.
En 2018 México vivió una transición que apostó por un proyecto alternativo de nación. Esa es la conclusión a la que llegaron comunicadores, analistas e intelectuales en la noche de la jornada electoral de julio de 2018.
Hoy las circunstancias son contradictorias y se vislumbra un proceso electoral que enfrentará muchas adversidades. Nuestra democracia enfrentará un peligro que se gestó desde su interior.
Las instituciones electorales como el Instituto Nacional Electoral y los Organismos Públicos Locales Electorales deberán coordinar la elección más grande y compleja del México contemporáneo. Pero tendrán que sortear tres nuevas adversidades. La primera será desarrollar una elección en donde es probable que se tenga que organizar con procedimientos digitales ante la amenaza del COVID-19. La segunda radica en la exigencia popular de disminuir los costos de la elección sin sacrificar el principio de certeza para los ciudadanos. Pero el más importante se concentra en lo publicado hace unos días en el Diario Oficial de la Federación, en donde la Secretaría de Economía publicitaba la convocatoria a especialistas, para probar una Norma Oficial sobre la calidad en la organización de procesos electorales. Los consejeros del INE han señalado que esto podría interpretarse como un intento de intervención y subordinación desde la administración pública centralizada del ámbito federal.
Por otra parte, el gobierno de la república se ha caracterizado por la implementación de programas de gobierno. En este sexenio no se habla de políticas públicas y solo se piensa en hacer llegar dinero al “pueblo”. En una primera lectura podría conjeturarse que esto es correcto, porque es una forma de apoyar el ingreso familiar. Pero el riesgo más grande es que estos programas se ejecuten de manera clientelar. Así se ha vislumbrado desde el inicio de esta administración, ya que los “Súper Delegados” son todos serios aspirantes a gobernadores. También porque los padrones de beneficiarios se traduce en una estructura perfectamente focalizada y que desafortunadamente se encuentra en estado de vulnerabilidad, por lo que eso los vuelve rehenes de subordinar su voto a cambio de no perder ese beneficio.
El presidente de la república fue hábil al generar que MORENA en la Cámara de Diputados le diera rango constitucional a los programas sociales. Es un logró de su estilo de gobernar que permitirá exponer un discurso, en donde le tratarán de decir a los mexicanos que si pierdan la mayoría en la Cámara de Diputados, se gestaría una reforma para quitarles esos programas. Esa es la forma en que tratarán de conservar su mayoría en la Cámara de Diputados.
Como podemos observar, los rasgos estructurales de la elección de 2021 no son muy diferentes a los que se enfrentaban en el antiguo régimen. Una adicional a manera de remembranza del 88, es la presencia de Bartlett en el gobierno federal.
Dip. Isabel Casas Meneses.
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