AHÍ VAMOS OTRA VEZ
Los medios de comunicación y las redes sociales nos muestran los estragos que vivimos por el COVID-19. No sólo es la velocidad de contagio y las muertes que diariamente se cuentan por miles en el mundo. También es la violencia doméstica que sufren las mujeres, el desempleo, la recesión económica, la suspensión de actividades académicas, la incertidumbre de ser contagiados y la impotencia de no poder sentir el contacto con nuestros seres queridos. Nuestras vidas han cambiado radicalmente y debemos aprender a adaptarnos a esta nueva realidad. Es complicado, frustrante, doloroso y desolador. Sin embargo, cada mañana nos levantamos con el coraje de seguir adelante y luchar con todas nuestras fuerzas para sacar a delante a nuestras familias.
Han pasado más de 15 años de un artículo que leí en la revista Este País, en donde Carlos Fuentes reflexionaba sobre la asombrosa capacidad de adaptación del ser humano. En ese tiempo me parecía aleccionador su pensamiento. Hoy me resulta imprescindible para comprender y aceptar el cambio tan radical que estamos viviendo.
Carlos Fuentes reflexionaba sobre la paradoja de la Revolución Industrial, una época en donde el mundo estaba dividido, unos tratando de destruir las máquinas de vapor por miedo a ser desplazados y otros preparándose para dominar a las máquinas y transitar del trabajo artesanal al operativo. Lo mismo ocurrió con la globalización, el mundo escuchó de los globalifóbicos, grupos que se oponían al libre tránsito de las personas y las mercancías. Otros se ocuparon en comprender ese modelo económico, social, político y cultural y supieron adaptarse a esa nueva estructura mundial. Al final la Revolución Industrial y la Globalización se impusieron y resultaron victoriosos quienes tuvieron una mejor capacidad de adaptación.
La nueva normalidad exige capacidad de adaptación. Aferrarnos al pasado pone en riesgo la vida de millones de personas. Es cierto que necesitamos trabajar y sacar adelante a nuestras familias. Pero en esta nueva realidad debemos actuar con responsabilidad y seguridad extrema. El miedo nos puede destruir y desgraciadamente miles de muertes lo confirman. Actuar con ceguera e irresponsabilidad tampoco es la solución.
Comprender los cambios en la economía y en el mundo nos permitirá tener claridad sobre el camino a seguir. Debemos tener una visión objetiva y realista sobre la pérdida de empleos, los negocios emergentes y una sólida educación financiera para ahorrar, disminuir gastos, invertir con inteligencia y no permitir que la desesperación nos lleve a cometer errores.
Internet no es un complemento o un tema exclusivo de la generación Millennial, los gobiernos, las organizaciones sociales, los sindicatos, las empresas y los comercios debemos hacer de internet nuestro nuevo ecosistema. Es indispensable construir negocios desde las plataformas digitales y desarrollar conversaciones productivas con clientes potenciales. Los gobiernos deben desarrollar estrategias de gobierno digital para dar certidumbre a los ciudadanos y no ponerlos en riesgo de salud.
Hemos aprendido a tocarnos con el alma y el contacto físico no es indispensable para mostrar amor. El tiempo en familia se ha vuelto en muchos hogares un espacio de violencia y terror. COVID-19 ha mostrado lo mejor y lo más desgarrador que tenemos como humanidad. Pero a pesar de todo esto, cada mañana son millones de seres humanos los que salen decididos a ver la luz de un nuevo día y luchar por ser felices. Con mucha valentía y con absoluta responsabilidad saldremos adelante. Si lo meditamos, es relativamente sencillo luchar contra este enemigo invisible. Usar un cubrebocas, lavarnos las manos, estornudar de etiqueta y evitar las grandes concentraciones son acciones que podemos hacer con facilidad. Hacer esto es lo que nos permite levantarnos y decir… ahí vamos otra vez.
Dip. Isabel Casas Meneses.
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