A M (L) O


Contradictoriamente la democracia protege y engendra a sus propios enemigos. Como forma de gobierno exige que se garanticen los derechos humanos a través del estado de derecho. Como forma de vida, espera que los ciudadanos ejerzan esas libertades con vocación democrática. 

En México la democracia no nació en la elección federal de 2018. Tampoco se consolidó con alternancia en el poder ejecutivo federal o la nueva mayoría en el poder legislativo federal, alcaldías y congresos estatales. Esta nueva mayoría y el triunfo del titular del poder ejecutivo federal fueron posibles gracias a la democratización gradual y siempre conflictiva de nuestro sistema jurídico, las instituciones, los medios de comunicación y la participación ciudadana. 

Esos triunfos de la democracia son los que permitieron el ascenso de quien hoy la desmantela. La lucha democrática se concentró en el perfeccionamiento del derecho electoral, en la construcción de un sistema de partidos políticos competitivos, burocracias especializadas para hacer gobierno y órganos electorales lo más imparciales posibles.

El titular del ejecutivo federal tuvo la sagacidad de construir un liderazgo carismático que hoy le permite ser un autoritario con apariencia democrática. Ganó una elección y gracias a ello ha estado en constantes intentos por eliminar el sistema de partidos políticos. MORENA siendo el partido en el poder puede renunciar con facilidad a sus prerrogativas, ya que su capital político se concentra en dos columnas. La primera es el liderazgo de AM(L)O y la segunda son los beneficiarios de los programas sociales. 

 Esa capacidad de manipulación le permite ejercer las mismas acciones que usan otros mandatarios, que no son necesariamente democráticos. El presidente Donald J. Trump repartirá cheques bancarios para apoyar a los ciudadanos estadounidenses. En cada uno de ellos aparecerá su nombre. En México el presidente AM(L)O repartirá cartas membretadas con su nombre a todos los que se vean beneficiados por los programas de recuperación económica que ha anunciado. En el caso de Trump es fácil imaginar que esto deberá tener un impacto en la búsqueda de su reelección. En México el presidente AM(L)O está tratando de empatar la elección de 2021 con la de revocación de mandato. Su intención es apoyar a los candidatos de MORENA que por si solos no podrían ganar y así mantener su mayoría en la Cámara de Diputados y ganar varias gubernaturas, alcaldías y congresos estatales. 

En México todas sus decisiones se han escudado en su bandera “primero los pobres” y eso lo llevó a generar una reforma constitucional que le garantizará la capacidad presupuestal, para mantener sus programas sociales que son su estrategia de clientelismo electoral. Apoyar a los pobres siempre será un acierto, usarlos como pretexto para aferrarse a su proyecto político, muestra su verdadero rostro.

Su plan de reactivación económica carece de viabilidad técnica, capacidad presupuestal y cohesión social. A pesar de su sagacidad política, el subconsciente ha llegado a traicionarlo, llevándolo a decir “esta crisis me cayó como anillo al dedo” permaneciendo ciego e indiferente al dolor de las familias que han perdido a un ser querido ante el COVID-19. 

Recientemente público en el Diario Oficial de la Federación el Decretó por el que manifiesta su voluntad soberana e imperturbable para declarar el fin del neoliberalismo, sus medidas económicas para apoyar a los más pobre de México y la facultad discrecional e inconstitucional para modificar a su autoritario y libre albedrío el presupuesto de egresos de este ejercicio fiscal 2020. Sus discursos son órdenes inquebrantables para sus diputados, sus senadores, sus gobernadores y sus alcaldes.  Este lunes 27 de abril declaró que “No me gusta el modito” por el anuncio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo y el Consejo Mexicano de Negocios, en el ataque a este acuerdo dijo “no somos floreros”. Está claro que los floreros son sus diputados, sus senadores, sus gobernadores, sus alcaldes, su partido político, su gabinete, sus asesores y quienes diferimos de él, porque al final no se ve presidente de un país democrático, sino como el AMO, señor y patriarca del pueblo por que según gobierna.

Dip. María Isabel Casas Meneses 

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