ENTRE LA POPULARIDAD Y LA DEMAGOGIA
Los partidos políticos son instituciones públicas que permiten a los ciudadanos acceder al ejercicio del poder público. De acuerdo a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, cada partido político debe contar con estatutos, declaración de principios y un programa de acción. Estos documentos básicos constituyen la plataforma ideológica que identifica y cohesiona a su militancia.
Al mismo tiempo, por disposición jurídica cuentan con una estructura basada en nuestro sistema federalista. Es por ello que cada partido político tiene un órgano de dirección nacional, 32 comités estatales, más de 2400 órganos municipales y en algunos casos tienen presencia en las más de 68 mil secciones electorales que existen en el país.
En la política es muy frecuente escuchar la palabra “estructura” y esta significa que en cada rincón del país se cuenta con la presencia de una militancia preparada para competir por el poder, que defiende las propuestas e ideas de sus candidatos y que son militantes convencidos de una ideología.
Son mujeres, jóvenes, padres de familia, profesionistas, campesinos y comerciantes que ven en los partidos políticos la oportunidad de hacer una carrera gubernamental, legislativa o de dirigencia partidista. En cada elección son los principales activistas y promotores. Son la fuerza viva que pelea a ras de tierra para hacer política y ganar. Los ciudadanos que no se identifican con ningún partido político tienen la oportunidad de competir a través de una candidatura independiente. Pero los partidos políticos son las instituciones que otorgan vigencia y viabilidad a la democracia.
Sin embargo, existen fuerzas que tratan de destruir a las instituciones y al sistema de partidos que les permitieron llegar al poder. El pasado 12 de diciembre MORENA y los legisladores federales del PES intentaron reducir en un 50% el financiamiento público que a través del INE se otorga a los partidos políticos. Esa iniciativa fallida obedeció a un intento más por mantener su popularidad ante los ciudadanos. Escandalizando el gasto público que ejercen los partidos políticos, trataron de ser vistos como austeros y preocupados por el desarrollo social de nuestro país.
Sin embargo, no lograron reunir la mayoría que necesitaban para que esta reforma fuera aprobada. Con 274 votos de los 320 que necesitaban, MORENA y PES vieron frustrados sus intentos demagógicos por disminuir el presupuesto de los partidos públicos. Lo califico como demagogia, porque ellos saben que con la estructura gubernamental y la capacidad presupuestaria del gobierno federal, fácilmente pueden competir en las elecciones. Renuncian a un presupuesto cuando son gobierno y tienen la popularidad del presidente es un acto de nula honestidad.
La gran mayoría de diputados de MORENA fueron formados en el PRI, el PAN y el PRD y durante la militancia que tuvieron en esos partidos políticos, nunca promovieron la disminución del presupuesto destinado al fortalecimiento del sistema de partidos.
Esa reforma habría impactado en otros temas como la capacitación y la formación de liderazgos políticos en mujeres, ya que este presupuesto se deduce del monto asignado a cada partido político. Lo mismo hubiera sucedido con el financiamiento destinado a la investigación, capacitación y divulgación editorial de los partidos políticos.
México necesita un sistema de partidos políticos competitivos, que sean celosos guardianes de la democracia y que generen debate sobre los temas de la agenda pública. La mayoría absoluta genera corrupción absoluta y esas son las fronteras que está rebasando MORENA. Es cierto que es necesitamos avanzar hacia una nueva reforma electoral, donde existan mecanismos de control social para recuperar la confianza perdida en los partidos políticos. Pero el intento fallido de MORENA no es el camino.
DIP. ISABEL CASAS MENESES.
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