LA TORMENTA


La experiencia es fruto del acierto y el error, pero sin duda es aprendizaje para la vida. Gracias a ella logramos la excelencia, evitamos cometer los mismos errores y logramos superarnos como seres humanos. Existe una frase muy antigua que dice “quien no conoce la historia, está condenado en volver a vivirla”. En esta ocasión yo escribiré que “quien no aprende de sus experiencias, irremediablemente está condenado a vivir los mismos errores y fracasos”. 
En las últimas semanas los medios de comunicación y el gobierno federal han advertido sobre el descuido y el exceso de confianza generalizado que ha permeado en la población. El semáforo epidemiológico no se volvió una alerta y pasó a ser un pretexto para tratar de recuperar una forma de vida a la que aún no podemos volver. 
Los días pasados en los que México vivió su celebración de día de muertos, los centros comerciales se vieron abarrotados, los restaurantes y las plazas comerciales estuvieron atestadas de personas. No fueron los panteones o las ofrendas el motivo principal para la reunión de las familias. 
Se observó una sociedad de consumo que olvidó que estamos en medio de una pandemia. Es cierto que necesitamos reactivar la economía y que el consumo es una de las variables más importantes para que los comercios, las empresas y los emprendimientos puedan salir adelante en esta crisis. Pero no podemos hacerlo desde la irresponsabilidad.  
Hoy sabemos que debemos usar cubrebocas, asearnos las manos constantemente, evitar las reuniones masivas, usar lentes de protección si nos es posible y guardar una distancia prudente. Cuando esta pandemia comenzó en nuestro continente era mucho lo que desconocíamos. Eso se tradujo en muertes de mujeres y hombres que no pudieron vencer al COVID-19. 
Hoy debemos usar la experiencia adquirida durante estos meses para poder cuidar a nuestros seres queridos y también a nosotros mismos. Esa experiencia y conocimiento debe traducirse en familias sanas, en donde la prudencia y la responsabilidad nos permitan salir victoriosos de esta pandemia. 
Más allá del deber institucional de nuestros gobiernos, la primera línea de defensa contra el COVID-19 debe situarse en nuestros hábitos y cuidados personales. La cultura de cada pueblo será determinante para salir de esta crisis. La economía y la salud se han vuelto el epicentro de este momento tan complejo que nos ha tocado vivir, pero serán la disciplina, la solidaridad, la empatía, la responsabilidad y nuestros hábitos los que definan, que pueblos podrán soportar esta tormenta y cuales terminarán naufragando. 
Juntos podremos soportar esta tormenta si nos unimos para tomar el timón y marcamos el rumbo correcto. 

Dip. Isabel Casas Meneses. 

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