EL DÍA 1

 


Tepeyanco, Tlax. 24 de agosto de 2020



Es el primer día de clases y el ambiente es diferente. Ayer domingo los medios de comunicación señalaban que la cifra de contagios y fallecimientos, llegaban al escenario “catastrófico” que había señalado meses atrás el Sub Secretario Hugo López Gatell.

Durante este fin de semana la clase política señala y comparte desde las redes sociales los vídeos en donde se observa al hermano de López Obrador recibiendo dinero para “el movimiento”. Del otro lado la clase gobernante intenta vestir de heroísmo los “donativos” recibidos y los defienden con un discurso que raya entre el dramatismo y el cinismo.

Este es el escenario de la política nacional. Sin embargo, este no es el tema que convoca la atención de los ciudadanos. Hoy es lunes 24 de agosto y millones de hogares están angustiados porque inician las clases en una modalidad que es desafiante.

No se trata de un asunto menor, la educación es un tema que involucra el futuro del país y esta es la nueva crisis en la que nos sumerge el COVID-19. Una crisis de desigualdades económicas, culturales, sociales e incluso políticas.

La educación está transitando de ser un derecho a volverse un privilegio. Millones de hogares están vivendo entre el coraje y la impotencia por no poder comprar una computadora portátil, pagar el acceso a internet o contar con una tableta. Muchas madres de familia están angustiadas al no poder estar junto a sus hijos en este primer día de clases y no tener con quien dejarlos, ya que tienen que salir a trabajar.

Los abuelos se están volviendo los nuevos tutores de la educación básica. Ellos están caminando al lado de sus nietos y los maestros, muchos de ellos carecen de los conocimientos técnicos necesarios para navegar en internet y sienten la desesperación de no poder ayudar a sus nietos.

Los maestros han puesto todo su ingenio para dar una ambientación creativa a sus hogares e improvisarlos como aulas y set de transmisiones. Han dedicado semanas pensando en dinámicas que les permitan mantener la atención de sus alumnos y construir un diálogo que les ayude a empoderarlos.

Esta crisis es desoladora y alarmante. Cifras oficiales señalan un 10% de deserción escolar por causa de la pandemia. Son sueños mutilados y aspiraciones segadas ante la profunda desigualdad económica que existe en México y en el mundo.

Pero aún y con todo esto, México está de pie, los maestros están dando la batalla y los niños sonríen a través de las computadoras, las tabletas o los teléfonos celulares. Están emocionados por volver a ver a sus compañeritos y llenan los hogares de alegría. Cada catedra en la distancia y cada niño estudiando son un himno de esperanza que nos estremece y nos obliga a luchar por nuestro país.

Esta no es una lucha de los partidos políticos o del gobierno. Ninguno puede solo ante este enemigo invisible que atenta no solo contra la salud de los seres humanos. Ahora es la educación y el futuro de nuestro país el que está en juego y no vamos a claudicar.

Todos estamos navegando en google y aprendiendo a usar su plataforma digital. Estamos desempolvando conocimientos, ayudando a los maestros y tratando de defender la educación desde nuestros hogares.

Escribo estas líneas y siento un nudo en la garganta al pensar en el poder que tenemos cuando nos unimos para defender una misma causa. Este es un claro ejemplo del poder que tenemos los mexicanos.

Desde la distancia abrazamos a los maestros y a los padres de familia.

Estamos convencidos de la gran capacidad de adaptación de nuestros niños.

México está de pie y se sostiene con la fuerza de la educación.



Dip. Isabel Casas Meneses.

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